miércoles, 5 de diciembre de 2007

PISA, SEP, SNTE

Nuevo Excélsior
Miércoles 5 de diciembre del 2007

Carlos Ornelas

Ya escucho las excusas de quienes se oponen a la evaluación: es la pobreza, el poco financiamiento, los bajos salarios de los docentes.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE, dio a conocer ayer los resultados de la prueba del Programa Internacional para Evaluar a los Estudiantes (PISA, por sus iniciales en inglés). Como en los exámenes de 2000 y 2003, los estudiantes mexicanos acreditan por debajo de los de otras latitudes. Aunque no había motivos para ser optimistas y esperar algo mejor, ese desempeño suscita enojo y desaliento. Y no es para menos.
Mi compañera Cecilia García ha informado en Excélsior, desde hace una semana, acerca de PISA, las expectativas de funcionarios, padres de familia e investigadores. En su nota de ayer proporciona los datos relevantes para México, esos que revientan las entrañas y provocan tristeza. Supongo que habrá detractores de esas pruebas, que saldrán voces a defender nuestra idiosincrasia, a señalar que no debemos compararnos con países del Primer Mundo, que necesitamos una norma mexicana de calidad educativa (SNTE díxit), con el fin de evitar esos cotejos aberrantes. Por esa razón, hoy resalto puntos en favor de los exámenes.
El PISA no evalúa la capacidad de retención, sino las habilidades de los estudiantes de 15 años en su lengua nativa, matemáticas y ciencias. Cada prueba pone el acento en uno de esos temas, pero valora los tres; en 2006, el énfasis estuvo en la alfabetización científica. El PISA 2006 desarrolla las preguntas alrededor de cuatro aspectos: el contexto de cada actividad; las competencias que los estudiantes aplican para resolver un problema; el dominio de conocimiento que se requiere, y sus actitudes acerca de la ciencia. Las preguntas no demandan conocimientos extraordinarios o dominio de la física cuántica; se les plantean asuntos de la vida cotidiana con respecto a salud, recursos naturales, calidad del medio ambiente y cuestiones de ciencia y tecnología comunes. Las encuestas (también en lenguaje y matemáticas) se trazan en tres contextos distintos: el personal (el estudiante en sí, su familia y los compañeros de un mismo grupo), social (comunidad y nación) y global.
El PISA define siete niveles de competencia científica, el más alto representa respuestas acertadas a las cuestiones más difíciles y, el nivel uno, las tareas más sencillas. Los estudiantes con el desempeño más elevado pueden identificar distintas fuentes de información y ofrecer explicaciones con base en pruebas y justificar sus decisiones. En cambio, quienes califican para el nivel uno, con frecuencia se confunden, no usan la información científica correctamente y mezclan creencias personales con hechos científicos, para justificar su respuesta. El 51% de nuestros estudiantes están en el nivel uno, o más abajo.

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