martes, 22 de enero de 2008

De niños y hombres adultos, las osamentas halladas en cenote de Chichén Itzá

Notimex / La Jornada On Line
Martes 22 de enero del 2008

El estudio elaborado por el arqueólogo Guillermo de Anda corrobora que los restos encontrados en el sitio sagrado no eran de doncellas vírgenes sacrificadas.
Iniciarán trabajos de segunda etapa del proyecto en marzo de 2008.
Los restos óseos encontrados en el fondo del cenote sagrado de Chichén Itzá, mismos que eran atribuidos a doncellas vírgenes sacrificadas para ofrendar a los dioses, corresponden principalmente a niños no mayores de 11 años y a hombres adultos. Así lo corroboraron estudios científicos de la investigación titulada "Análisis osteatofonomico de restos óseos sumergidos en cenotes. Una visión desde el cenote sagrado de Chichén Itzá", del arqueólogo Guillermo de Anda, adscrito a la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
Esta etapa de investigación fue acreedora a una mención honorífica en la última emisión de los premios que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a los proyectos más destacados.
Entre sus principales objetivos destaca el estudio de los restos humanos encontrados en el cenote, a fin de determinar el tipo de rituales realizados, las características fisiológicas y los métodos utilizados al momento de los sacrificios.
Según palabras de Guillermo de Anda, el cenote sagrado de Chichén Itzá es considerado la madre de los cenotes, debido a los usos rituales que practicó la cultura maya en él, así como los diferentes pueblos que lo visitaban procedentes de lugares como Nuevo México y Centroamérica, para realizar actos ceremoniales.
Con esta investigación se elimina toda creencia relacionada a que los restos fueran de doncellas.
Por lo tanto, agregó el especialista, la principal línea de estudio la dieron estos hechos y, mediante un procesoosteotafonomico, los responsables determinaron la edad , sexo, causas de muerte y si existió deposición ritual de los cuerpos al momento de su sacrificio.
Los restos obtenidos del cenote son producto de las temporadas de campo realizadas en 1961 y 1967, y el material conseguido, más de cinco mil piezas, se encuentran resguardadas en la osteoteca de la Dirección de Antropología Física del INAH.
Por las características de las excavaciones, las piezas no presentaron una relación anatómica.
El grupo de investigadores se dio a la tarea de armar las piezas como si se tratara de rompecabezas anatómicos, que permitieran formar esqueletos y poder definir, así, las características fisiológicas de cada individuo.
Ya armados se obtuvieron resultados trascendentales para la investigación, por ejemplo, de los 127 individuos constituidos aproximadamente, el 79 por ciento pertenece a infantes de entre 3 y 11 años.
El 21 por ciento restante corresponde a personas adultas en su mayoría del sexo masculino. Estos datos permiten inferir la escasa existencia de piezas óseas pertenecientes a mujeres y romper el mito de las doncellas vírgenes.
En los restos óseos de niños se encontraron grandes cantidades de manifestaciones rituales aplicadas comúnmente en la época prehispánica al cuerpo humano, como cortes para desarticular o descarnar, huesos quemados por intentos de cremación y marcas producidas por desollamiento.
Para la obtención de estos datos se utilizaron procedimientos osteotafonomicos que ayudaron, además, a definir otras características como desgaste de huesos por el roce con el terreno en el fondo del cenote o producidos por peces u otros animales.
El análisis osteotafonomico se debe entender como un proceso mediante el cual se identifican características especiales de restos óseos fosilizados, que permiten obtener información sobre los mismos.
Todo lo tafonómico tiene que ver con evidencias encontradas en el material arqueológico, en este caso, tenemos procesos culturales, es decir, causados por el hombre, que se pueden dividir en aquellos relacionados a rituales en un cadáver, identificar marcas que nos permitan definir si se llevó a cabo algún tipo de proceso en el cuerpo como cortes o fracturas, mencionó De Anda.
"Para identificar estas marcas me dirijo a las zonas de articulaciones y parto que están unidas por tendones y ligamentos; en el supuesto de que fueran desarticulados, debo encontrar marcas de cuchillos que fueron utilizados para hacerlo, mismas que deben ser profundas debido a la fuerza necesaria para culminar el acto", dijo el especialista a través de un comunicado de prensa.
Luego, una vez observados en el microscopio, dichos cortes deben presentarse en forma triangular debido a las formas del cuchillo, por lo que se obtienen dos zonas de patrones, tanto de articulaciones como de las incisiones causadas por las heridas.
No obstante, existen detalles que determinan si fueron producidas en la antigüedad o son producto de actos modernos, por ejemplo, si la coloración de la marca es muy blanca y diferente a la del hueso, se puede deducir que corresponde a una herida moderna.
En cambio, si es de la misma coloración ósea y se cubrió de pátina, entonces se puede decir que corresponde a una herida antigua.
Existen riesgos que se pueden correr al realizar las excavaciones, ya que las herramientas utilizadas causan daños al momento de extraer las piezas, mismas que pueden ser confundidas con marcas antiguas.
Cabe destacar que no fueron utilizadas sustancias químicas para obtener los resultados, todos los procesos se sujetaron a la observación micro y macroscópica con luz rasante en algunos casos.
La realización de esta investigación y haber obtenido una mención honorífica, permitieron gestar un nuevo proyecto titulado "El culto al cenote en el centro de Yucatán", autorizado por el INAH, mismo que pretende realizar los mismos estudios a piezas óseas encontradas en diferentes cenotes del lugar, los cuales, en su totalidad suman dos mil 500.
Con los resultados obtenidos en los primeros trabajos se podrán comparar los que resulten del segundo para conseguir información adicional que permita desentrañar las causas de los sacrificios, así como los métodos empleados.
A cargo del arqueólogo Guillermo de Anda y un grupo de investigadores adscritos a la UADY, dicho proyecto terminó su primera etapa en 2007 y los trabajos se retomarán en marzo de 2008.
Actualmente, De Anda se desempeña como académico de la Universidad Autónoma de Yucatán en la materia de arqueología subacuática y a partir de este año se incorpora como profesor a la maestría de antropología esquelética.

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